miércoles, 30 de mayo de 2007

NADA TE TURBE (Sta. Teresa)

NADA TE TURBE

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta.

Eleva el pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe.

A Jesucristo sigue con pecho grande, y venga lo que venga, nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable todo se pasa.

Aspira a lo celeste, que siempre dura; fiel y rico en promesas, Dios no se muda.

Ámale cual merece, Bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia.

Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza.

Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios su tesoro, nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas; aunque todo lo pierda, solo Dios basta.

x

Vuestra soy, para vos nací (Sta. Teresa)

VUESTRA SOY, PARA VOS NACI

Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad, eterna Sabiduría, bondad buena al alma mía; Dios, alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad que hoy os canta amor así. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes; vuestra, pues me redimistes; vuestra, pues que me sufristes; vuestra, pues que me llamastes; vuestra, porque me esperastes; vuestra, pues no me perdí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado? ¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí mi dulce Amor; Amor dulce, veisme aquí. ~Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón, yo le ponga en vuestra palina, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición; dulce Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida, dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí. ,;Qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno, o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración; si no' dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, solo hallo paz aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dadme años de abundancia, o de hambre y carestía; dad tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí. ,;Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid, ¿dónde, cómo y cuándo? Decid, dulce Amor, decid. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa, sea Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa; sea viña fructuosa o estéril, si cumple así. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadenas, de Egipto Adelantado, David sufriendo penas, Ya David encumbrado; sea Jonás anegado, o libertado de allí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, muéstreme la Ley mi llaga, goce de Evangelio blando; esté penando o gozando, solo Vos en mí viví. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací, ,:qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para vos nací (Sta. Teresa)

VUESTRA SOY, PARA VOS NACI

Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad, eterna Sabiduría, bondad buena al alma mía; Dios, alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad que hoy os canta amor así. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criastes; vuestra, pues me redimistes; vuestra, pues que me sufristes; vuestra, pues que me llamastes; vuestra, porque me esperastes; vuestra, pues no me perdí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado? ¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí mi dulce Amor; Amor dulce, veisme aquí. ~Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón, yo le ponga en vuestra palina, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición; dulce Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida, dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí. ,;Qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno, o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración; si no' dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, solo hallo paz aquí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dadme años de abundancia, o de hambre y carestía; dad tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí. ,;Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid, ¿dónde, cómo y cuándo? Decid, dulce Amor, decid. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa, sea Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa; sea viña fructuosa o estéril, si cumple así. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea José puesto en cadenas, de Egipto Adelantado, David sufriendo penas, Ya David encumbrado; sea Jonás anegado, o libertado de allí. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, muéstreme la Ley mi llaga, goce de Evangelio blando; esté penando o gozando, solo Vos en mí viví. ¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací, ,:qué mandáis hacer de mí?

SI EL AMOR QUE ME TENEIS (Sta. Teresa)

SI EL AMOR QUE ME TENEIS

Si el amor que me tenéis, Dios mío, es como el que os tengo, decidme, ¿en qué me detengo? 0 Vos ¿en qué os detenéis?

-Alma, ¿qué quieres de mí? -Dios mío, no más que verte. -¿Y qué temes más de ti? -Lo que más temo es perderte.

Un amor que ocupe os pido, Dios mío, mi alma os tenga, para hacer un dulce nido adonde más la convenga.

Un alma en Dios escondida, ¿qué tiene que desear sino amar y más amar y en amor toda encendida tornarte de nuevo a amar?

YO TODA ME ENTREGUÉ Y DÍ (Sta. Teresa)

YO TODA ME ENTREGUE Y DI

Yo toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí Y Yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado, que es mi Amado para mí Y Yo soy para mi Amado.

Tiróme con una flecha enarbolada de amor, Y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, que es mi Amado para mí Y Yo soy para mi Amado.

31 de mayo

Día litúrgico: 31 de Mayo: La Visitación de la Virgen
Santoral: Jueves después de Pentecostés: Jesucristo, sumo y eterno sacerdote
Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Comentario: Mons. Francesc Xavier Ciuraneta i Aymí, Obispo emérito de Lleida (España)
«Saltó de gozo el niño de mi seno»
Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir "sí" más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser "santuarios de la vida". El Papa Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.