domingo, 21 de octubre de 2007

samuel y mi belen


EN LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

Enviado el Sábado, 20 de Octubre del 2007 por gregor hill nos envió esto: " En el proceso del despertar de la conciencia, como en todas las iniciaciones, pasamos, por lo que algunos llaman, la noche oscura del alma. En mi caso lo llamaría atravesar un desierto. Como sea que lo llamemos, hemos dado un "salto al vacío".En este punto, sólo nos queda aferrarnos a nuestro centro, mantener el norte, aunque no sepamos cómo dirigirnos hacia él, y a pesar de nuestra angustia, dudas y miedos, sólo queda entregarse... morir a nuestros viejos esquemas; para así, permitir el florecimiento de lo nuevo. Al igual que en los procedimientos alquímicos, para que se dé la transmutación del metal, primero ha de pasar por la putrefacción.Pero, ¿cómo morir conscientemente?, ¿cómo entregarnos?, ¡ha de ser desde el corazón! Sin embargo ¿como llegar hasta él?. Se nos ha enseñado el camino de la mente, pero ¿y el del corazón?. Entre mas "pensemos ", más nos perdemos, quedando presos de nuestros miedos, a merced de la inercia, que intenta llevarnos a nuestro estado anterior "más cómodo, conocido y aparentemente seguro". Entonces, se desata una lucha interior. ¡Hay que dar el paso, y no sabemos cómo!. Al final, tras nadar en contra de la corriente, estamos agotados.El morir-renacer desde el corazón, es por el contrario un proceso fácil, no implica lucha sólo entrega..., no es resistencia, sino flexibilidad...sólo necesitamos ponernos de rodillas!.Hace falta mirarnos en nuestra justa dimensión, re-conocernos en nuestro dolor, sincerarnos con humildad y responsabilidad, permitir el desintegrarnos, llorar lo que sea necesario y sobretodo, ¡confiar!. El fuego del dolor, a la luz del amor, es la alquimia de la conciencia...Entonces con humildad "pido" , me "re-conozco", hago mi dolor "verbo". Y así, al pedir, me abro para recibir; Al "re-conocerme",me miro con sinceridad y humildad dejando a un lado el ego; parto de mi visión interior. Y a la luz de la sinceridad, que es verdad, y que parte de la mirada de un corazón humilde, responsable, Implico el reconocimiento vivo de mi propio ser. Consigo ascender del ego, del prejuicio, al Amor. A la aceptación sin condiciones. Al hacerlo "verbo", implico concientemente la energía de la inteligencia activa; el hombre que tras aceptar, opta y adopta una postura. "Éter alquímico", creatividad....y "el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…"".Solo nos queda "confiar", es decir volver al corazón. La confianza es intuición verdadera que nace de un corazón sereno.Por este medio, con cuidado y amor, descubriremos nuestra llama interna que ilumina "la noche oscura". Que es agua viva para atravesar el desierto; entonces, ya no caemos más al vacío, ¡ahora podemos volar!. El acero, se ha templado al fuego del dolor, para aportar nuestra propia nota a la sinfonía de la vida.(M.García)"
extraido de en paz.com
Rostros en la calle



Martin G.
Despierto en la mañana y los primeros rayos del sol iluminan mi rostro suavemente a través del follaje de los pinos afuera, y entre sus ramas veo por mi ventana el precioso azul del cielo; no puedo evitar pensar en mi corazón: “Que hermoso nuevo día para vivirlo ante la presencia de mi Dios”.Que alegría comenzar el día sabiendo que Dios me ama y que su presencia estará a mi lado en cada pensamiento, en cada lugar al que vaya, en cada situación en la que me encuentre, en cada dificultad y desafío al que deba hacer frente; que su protección me guardará cuando por horas estoy expuesto manejando por las calles de nuestras ciudades del Sur de California. Que motivación saber que estaré inspirado por Dios mientras haga mi trabajo; que tranquilidad saber que el mismísimo creador del universo y de todos nosotros es mi amigo y caminará conmigo todo este día, en cada pequeña detalle, llevándome hoy un peldaño más arriba en esta escalera de la vida.Pronto he de salir a la calle, y por la ventana de mi auto veré cientos de rostros. Los mismos que veo día tras día. Rostros de personas que no tienen este inmenso privilegio de conocer a Jesús; sin duda han escuchado de él, pero que están tan ocupadas corriendo de arriba para abajo como para ponerle siquiera un poquito de atención. Como dice la Biblia: “Solos y sin Dios en el mundo”. ¡Qué pensamiento tan triste!Rostros de hombres y mujeres, todos buscando desenfrenadamente cómo ganar unos dólares más, o cómo superar sus temores, o satisfacer sus deseos que nunca podrán ser satisfechos porque no los buscan del Unico que puede dar verdadera satisfacción.Rostros angustiados por un dolor, por una carga que no pueden sobrellevar solos, pero que bien podrían poner al cuidado de Dios, y él la llevaría por ellos hasta desaparecerla.Rostros de ancianos que han llegado al ocaso de su vida y que cuando miran hacia atrás, no ven sino dolor y equivocaciones, y comprenden que ya es casi demasiado tarde para crear un brillante y mejor futuro. Si en su escasa lucidez pudieran contemplar su presente, descubrirían que es tan vacío como todos los años pasados de oportunidades que malgastaron tras cosas vanas.Rostros de jóvenes estudiantes pensando cómo abordar su siguiente conquista, de la madre con sus niños rumbo a la escuela y preocupada de mil cosas, del trabajador con su lonchera rumbo a otro día de pesada rutina, del ejecutivo engrandecido ante sus propios ojos como un pequeño semi-dios por su traje nuevo y su lujoso carro, de la mujer angustiada porque su esposo no es lo que prometió ser, del hombre frustrado porque no encuentra lo que busca, de la muchacha envanecida y enamorada de sí misma, de niños que ni imaginan en su inocencia el camino tan equivocado por el que los llevan sus padres.Rostros y más rostros. Cientos y miles, pero todos tienen algo en común. Todos llevan la marca clara tras su dibujada apariencia, de estar muy ocupados en cosas urgentes, en un sinfín de problemas por resolver, de necesidades que saciar.Rostros de quienes olvidan lo único que es verdaderamente importante: Dios en el control de sus vidas. ¡Y qué diferencia esto haría!Un rostro así comenzaría el día elevando sus pensamientos al Dios de la vida; sería el rostro de alguien con la certeza de que todas sus cosas, todas sus ansiedades, todos sus problemas, todas sus preocupaciones, todos sus deseos, estarían ampliamente atendidos por quien sí tiene el poder para ocuparse de ellos, dejandote espacio para cosas mejores como soñar con un sueño que sí se cumplirá, ser feliz por el solo hecho de estar vivo, poder amar más allá de la familia y amigos, hallar como contribuír en la vida de los demás, estar agradecido por la oportunidad de un nuevo día.Ojalá tu tengas el rostro de aquel que supo buscar en el lugar correcto

LUNES 22 DE OCTUBRE

Día litúrgico: Lunes XXIX del tiempo Ordinario

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».
Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».

Comentario: Fray Lluc Torcal (Monje de Poblet-Tarragona, España)
«La vida de uno no está asegurada por sus bienes»
Hoy, el Evangelio, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros una gran conmoción por su claridad: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). ¿Qué es lo que asegura la vida del hombre?
Sabemos muy bien en qué está asegurada la vida de Jesús, porque Él mismo nos lo ha dicho: «El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder» (Jn 5,26). Sabemos que la vida de Jesús no solamente procede del Padre, sino que consiste en hacer su voluntad, ya que éste es su alimento, y la voluntad del Padre equivale a realizar su gran obra de salvación entre los hombres, dando la vida por sus amigos, signo del más excelso amor. La vida de Jesús es, pues, una vida recibida totalmente del Padre y entregada totalmente al mismo Padre y, por amor al Padre, a los hombres. La vida humana, ¿podrá ser entonces suficiente en sí misma? ¿Podrá negarse que nuestra vida es un don, que la hemos recibido y que, solamente por eso, ya debemos dar gracias? «Que nadie crea que es dueño de su propia vida» (San Jerónimo).
Siguiendo esta lógica, sólo falta preguntarnos: ¿Qué sentido puede tener nuestra vida si se encierra en sí misma, si halla su agrado al decirse: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19)? Si la vida de Jesús es un don recibido y entregado siempre en el amor, nuestra vida —que no podemos negar haber recibido— debe convertirse, siguiendo a la de Jesús, en una donación total a Dios y a los hermanos, porque «quien vive preocupado por su vida, la perderá» (Jn 12,25).

DOMINGO 21 DE OCTUBRE

Día litúrgico: Domingo XXIX (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 18,1-8): En aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’».
Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».

Comentario: Rev. D. Pere Calmell i Turet (Barcelona, España)
«Es preciso orar siempre sin desfallecer»
Hoy, Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1). Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se nos presenta como el evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en algunas de las escenas de la vida del Señor, que los autores inspirados de la Escritura Santa nos transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo muestra rezando.
En el Bautismo en el Jordán, en la elección de los Doce y en la Transfiguración. Cuando un discípulo le pidió «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1), de sus labios salió el Padrenuestro. Cuando anuncia las negaciones a Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca» (Lc 22,32). En la crucifixión: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Cuando muere en la Cruz: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu», del Salmo 31. El Señor mismo es modelo de la oración de petición, especialmente en Getsemaní, según la descripción de todos los evangelistas.
—Puedo ir concretando cómo elevaré el corazón a Dios en las distintas actividades, porque no es lo mismo hacer un trabajo intelectual que manual; estar en la iglesia que en el campo de deportes o en casa; conducir por la ciudad que por la autopista; no es lo mismo la oración de petición que el agradecimiento; o la adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando llevamos todo el cansancio del día. San Josemaría Escrivá nos da una receta para la oración de petición: «Más consigue aquel que importuna más de cerca... Por tanto, acércate a Dios: esfuérzate por ser santo».
Santa María es modelo de oración, también de petición. En Caná de Galilea es capaz de avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros, con su petición, llena de amor por aquellos esposos y llana de confianza en su Hijo.