martes, 27 de noviembre de 2007

COMENTARIOS DE SACERDOTES JESUITAS

Encuentros con la Palabra
Domingo I Adviento – Ciclo A (Mateo 24, 37-44) – 2 de diciembre 2007
“Manténganse ustedes despiertos…”

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

“En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre”. Estas palabras de Jesús vienen a nuestra vida para desengañarnos sobre las posibilidades que hay de que sepamos, exactamente, el momento en el que el ‘Hijo del hombre’ aparecerá de nuevo entre nosotros. Nadie sabe el día ni la hora… es preciso que nos mantengamos despiertos, para saber reconocer al Señor cuando aparezca en medio de nosotros. Si nos encuentra dormidos, tal vez lo dejemos pasar junto a nosotros sin reconocerlo ni acogerlo en nuestra casa. Nos podremos perder su visita…

El factor sorpresa afecta miles de circunstancias de nuestra vida. Nos sorprende un aguacero cuando no estábamos preparados con un buen abrigo y un paraguas; sucede un accidente laboral o automovilístico por un descuido de un segundo; nos llega una visita no deseada en un momento en el que no podemos suspender nuestras labores cotidianas; nos dan un resultado maligno de un examen médico cuando teníamos los mejores planes para las vacaciones venideras; nos cae encima una rama de un árbol sin el menor aviso…

Pero también hay sorpresas que podemos calificar como ‘positivas’… nos ganamos una rifa cuando siempre hemos dicho que tenemos muy mala suerte; nos regalan algo que no esperábamos y que estábamos necesitando con urgencia, nos encontramos de frente con un paisaje soberbio en medio de nuestro paseo rutinario; nos llega una carta que ya no esperábamos de alguien que extrañamos mucho; llega a la fiesta la persona querida que había dicho que no podría venir desde tan lejos para unirse a nuestra alegría…

Parecería que el ‘factor sorpresa’ hace que los males se hagan más agudos y produzcan más dolor. El sufrimiento es tanto mayor, cuanto inesperado. Pero también podemos decir lo contrario: los bienes se vuelvan más intensos y sorprendentes, en la medida en que lleguen sin avisar… El gozo por lo positivo que nos llega de sopetón, es también más intenso y gozoso. Tal vez lo peligroso de los males y/o los bienes que llegan sin avisar es que nos tomen tan de golpe y porrazo, que no estemos preparados y dispuestos para acogerlos y aprovecharlos para nuestro crecimiento y para nuestro bien.

Si estamos preparados para afrontar los males que nos llegan, por ejemplo si hemos hecho simulacros o ensayos para saber cómo reaccionar ante un incendio, un terremoto o un accidente, las consecuencias negativas podrán ser paliadas y afrontadas con mayor facilidad. Igualmente, si nos hemos preparado para recibir bienes sorpresivos, podremos aprovecharlos y disfrutarlos mucho más. Sería muy triste que nos llegara un bien tan de improviso, que terminemos perdiéndolo, porque no estábamos preparados para recibirlo, como cuando llega un amigo a la casa de sorpresa y no nos encuentra porque salimos de vacaciones por dos semanas…

Jesús nos invita a vivir preparados para paliar las consecuencias de lo malo y para disfrutar de las bendiciones que nos trae lo bueno…, pero especialmente para recibir la ‘Buena Noticia’ de su visita a nuestro corazón en este tiempo de Navidad que se acerca: “Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va venir el Señor”. Que podamos estar despiertos cuando llegue el Señor a nuestras vidas y lo sepamos reconocer. Esta es la clave del tiempo de Adviento que comenzamos hoy en el nuevo ciclo litúrgico.

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