domingo, 3 de abril de 2011

LA UNCIÓN EN BETANIA

Sin sombra es el camino que conduce de Jericó a Jerusalén. El sendero serpentea através de un paisaje quebrado entre paredes de rocas escarpadas y peligrosos precipicios. A lo largo y a lo ancho no hay árboles ni arbustos. Sin piedad quema el sol de primavera y tortura a personas y animales que se esfuerzan por vencer una subida de mas de mil metros. Falta aún una larga semana para pascua y las calles están animadas por peregrinos que se dirijen a Jerusalén.
Siempre van en grupos –grandes o pequeños-, ya que la región no es muy segura y no es aconsejable peregrinar sin compañía. Solo unos pocos rezan y cantan: el camino y el calor son extenuantes.

De pronto surgen voces de la profundidad del valle, es un grupo grande de peregrinos que sube desde la calle y se agrupa en torno a un Rabbi, un maestro de leyes. Por su modo de hablar se advierte que son Galileos. Este Rabbi es de una apariencia extraordinaria: tiene unos 30 años, rostro fuerte, varonil, una marcada hermosura, frente real y nobles rasgos; una voz sonora e incansable, cabellos largos que caen hasta los hombros y ¡que ojos!. Es como si con una sola mirada encendiera y dominara a su séquito. Es evidente que su gente, que lo contempla con respetuoso recato, le tiene mucho cariño.

Los hombres se estremecen por las palabras de su maestro. Entonces: ¿por qué va a Jerusalén si sabe con tanta seguridad que allí debe morir? Las preguntas y respuestas se suceden unas tras otras, hasta que al fin el grupo alcanza la altura. El camino desciende nuevamente y en un valle de verde exuberante aparece ante los peregrinos un pequeño pueblo: Betania. Solo falta una hora para llegar a Jerusalén. La ciudad santa aún no se ve, porque el monte de los olivos la oculta, pero como el sol ya comienza a esconderse el Rabbi prefiere permanecer en betania con su pequeña grey.

Los peregrinos y galileos no son extraños aquí, ya desde las primeras casas son reconocidos, unos y otros repiten: “el Maestro está aquí”, todo ese pueblo que se pone en movimiento no se hubiera alegrado tanto por un Rey como se alegran por él. Grandes y pequeños acuden corriendo, lo saludan cordialmente y lo conducen a la casa de un hombre llamado Lázaro, donde la alegría desborda sin límites: Rabbí, Rabbunei, Jeschua. Este melodioso Jeschua hebreo es el Jesús latino.

Hasta muy entrada la noche, permanecen juntos, el Rabbí, su séquito y los amigos de Betania, mantienen maravillosas conversaciones sobre Dios, el cielo y la eternidad, con él, con el Maestro pueden hablar de cualquier tema y preguntarle todo.

El día siguiente es un sabbat y como la ley del descanso sabático prohibe ir hasta Jerusalén la pequeña grey permanece en Betania. En la sinagoga hay oración después del medio día. Jesús, a quien también llaman el Nazareno, explica las escrituras. Han oido alguna vez palabras de tal profundidad y hermosura?

Según la costumbre después de la oración se invitan unos a otros a cenar,de modo que en la casa de Simón, el leproso está preparada para Jesús una buena comida, a la que tambien están invitados los discípulos del Rabbi. Anteriormente, los habitantes del pueblo se habian disputado un poco este honor, por eso Lázaro y sus dos hermanas deben ceder, ya que habian agasajado al Señor la noche anterior. Simón le debía al Maestro un banquete por haberlo curado la lepra. Sí, Jesús es el Profeta del gran Dios y muchos lo tienen por el Mesias. A Lázaro lo había despertado de la muerte y esto lo convirtió en sospechoso para los del Sanadrin. Su muerte es un asunto ya decidido. Sus enemigos están llenos de inquietud, han prohibido a todos los judíos que le ofrezcan alojamiento, y quieren expulsar de la sinagoga y con ello del pueblo a los que ven en este Jesús algo especial. Pero la gente de Betania a pesar de todo se une a Ël. Jesús tiene conocimiento de estas maquinaciones malvadas. Sabe también que su última semana de vida en la tierra ha llegado, pero está muy tranquilo. No se ven en Él las huellas del miedo ni la exitación en que caen los hombres tan facilmente ante las grandes decisiones.

Simón ha hecho tender la mesa en su amplio patio empedrado, cubierto totalmente por parras; hay lugar para mas de treinta personas. Por encima de los muros bajos se llega a ver el Monte de los Olivos, tras el cual se va escondiendo el sol en su esplendor dorado-rojizo. En los cipreses cercanos comienza a cantar su canto nocturno el ruiseñor.

Además de Jesús y Simón, se recuestan a la mesa, Lázaro, los apóstoles y un grupo de hombres de Betanía. No se sientan sino que se recuestan extendidos sobre acolchados.No es costumbre que las mujeres participen en las comidas, pero en este caso, Marta, la hermana de Lázaro y otras mujeres, ayudan en la casa y alcanzan comidas y bebidas constantemente.

Al esconderse el sol tras el monte de los olivos oscurece pronto y comienzan a encenderse lámparas de aceite que cuelgan de unas cadenas sobre las mesas. Al sur, la luna en cuarto creciente derrama su resplandor plateado sobre la región.

El Maestro habla y todos escuchan atentamente sus palabras nacidas desde la eternidad y que conducen a la eternidad. Quien no ha entendido algo, quien no puede seguir el elevado vuelo, pregunta y recibe una amable respuesta. Así fluye una extraordinaria conversación en la mesa y el tiempo pasa sin que lo adviertan.

De pronto se expande el aroma de un costoso bálsamo, tan fuerte que todos lo sienten, ven detrás del Maestro a una mujer que derrama ungüentos caros que derrama sobre los pies y la cabeza del Señor y con sus cabellos sueltos les seca los pies.

Es María, la silenciosa hermana de Lázaro, quien consternada, se entera de boca de los apóstoles de que el Maestro había hablado de su cercana muerte en Jerusalén. Probablemente sus discípulos no lo entiendan, pero ella está convencida : si Jesús lo había dicho tan firme y claramente, entonces era así sin duda. Una indecible tristeza la embarga. ¡De manera que hoy el Señor está con ellos por última vez! María quiere rendirle un honor especial y brindarle una vez más su amor. Con ese fin compró un recipiente con medio kilo de nardo auténtico, unción que generalmente se mezcla con otras grasas porque es muy costosa para ser usada sola, medio kilo es el valor de trescientos denarios, que es la ganancia de todo un año de un trabajador. María toma este recipiente lleno de bálsamo, rompe el fino cuello del vaso con alabastro y comienza a ungir al maestro.

Las unciones no son desacostumbradas en oriente. Mientras que para nosotros son un cosmético que sirve para cuidar la belleza, en los países cálidos del sur de Europa y Oriente el uso de ungüentos y oleos es una necesidad contra la traspiración, amenudo inhumana. El oleo suaviza nuevamente la piel seca y su aroma relaja y revitaliza. Aún los más pobres utilizan oleo para la piel, y quedarse sin él es un signo de extrema pobreza. Lo que en este caso es inusual es la gran cantidad y el extraordinario costo del ungüento que usa María. Se origina un movimiento entre los hombres, tanto entre los Betanianos como entre los apóstoles. Sobre todo aquel apóstol, al que llaman Judas está muy exitado. Lleno de indignación dice con voz muy severa: “¿Para qué este despilfarro?”(Mateo, 26,8) “Se podría haber vendido este perfume por mas de trescientos denarios y darselo a los pobres”(Mateo 14,5)

Esto lo dicen tambien los otros apóstoles de corazón, ¿no los ha motivado siempre el Maestro hacia la pobreza?¿No ha vivido Él mismo con austeridad exigiendo que vendieran todo y entregaran sus ganancias a los pobres? La primera vez que los envió: ¿no les dijo que no llevaran dos túnicas ni calzado? Tampoco debian llevar dinero. El desprecio por el dinero y el derroche, en los años que andaban con Jesús se les había hecho su segunda naturaleza. Para todos la santa pobreza era el ideal común con el Maestro; por ello es que creen hablar con el consentimiento y la aprobación de Jesús al demostrarse unanimemente contra ese lujo, contra ese irresponsable derroche. Judas es el que toma la palabra, pero todos los demás están de acuerdo, aunque sea por otros motivos. “¿Para que este despilfarro?”

Todos los ojos están dirijidos al Señor, ¿qué dirá?. Entonces llega una respuesta inesperada, ¡Dejadla!. Por qué la molestais? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendris siempre con vosotros y podris hacerles bien cuando querais; pero a mó, no me tendreis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro, donde quiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.

Jesús está ante María protegiéndola, El no quiere que nada le enturbie la alegría de su amor y su buen acto. ¡Que detalle tan delicado, que actitud tan noble ante lo femenino, lo maternal; ante el amor demostrado! Al menos esta mujer ha pensado bien, y así lo deben reconocer los demás. El Señor siempre comprende el verdadero amor.

“…Pobres tendreis siempre con vosotros, pero a mí no….”un grado de conciencia de su propio destino está expresado enestas palabras de Jesús, a la vez, tan humildes y sencillas, tan bondadosas y humanas. Pero ahora están llegando las últimas horas de su vida terrena, la persona y la obra del redentor están en primer plano, y todo lo demás debe retroceder. El cambio decisivo en su vida se acerca. Ante todo lo que sucede ya cae la sombra de su muerte.

“..ha hecho lo que ha podido, se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura…” Estas palabras deja a todos atónitos, ¿su muerte está realmente tan cercana?. Por el camino ya iba hablando de esto, pero nadie lo había interpretado literalmente. Y ahora ha de ser ya ésta la cena de la muerte?. Aún vive y ya se deja embalsamar? ¿Ha de suceder tan pronto que después no habrá más tiempo para esto? Por sus espaldas corre frio.

En Judas estas noticias tiene efectos contrarios. Él piensa: si el Maestro está tan cerca de la muerte, entonces lo antes posible hay que alejarse de Él; ya es tiempo de huir de su lado.Si lo matan perseguirán tambien a los que están mas intimamente unidos a Él.

María de Betania y Judas de Iscariote, ¡¡cuanta contradicciónn!! María quiere demostrar al Maestro todo su amor y honra, quiere regalarle todo lo que tiene; lo mas caro no es suficiente para ella. En cambio Judas quisiera quitarle y robarle al Señor todo lo posible; piensa solo en sí mismo.

“….donde quiera que se proclame la Buena Nueva en el mundo entero, se hablará tambien de lo que ésta ha hecho para memoria suya”…Esta es la recompensa por un auténtico amor que trae frutos milenarios en virtud de una única obra buena. Nunca será olvidada.Es la luz de los últimos días de Nuestro Señor, de cuya claridad Judas se separó como una sombra oscura. Tampoco él será olvidado, pero para su perdición. Y tal como leemos la profesía del Señor nuevamente se cumple.