viernes, 1 de junio de 2007

1 de Mayo: Lleva a María a tu trabajo

No lo puedo remediar: me gusta mayo; es mi mes favorito. Cumplo años en mayo, es el mes de las flores, es... ¡el mes de María! Pero qué cosas..., empezamos el mes festejando el Día del Trabajo. Pensándolo bien: ¡qué feliz casualidad! El Día del Trabajo se celebra al inicio del mes de la Virgen. Qué buen momento para hacer un alto y revisar, a la luz de María, el lugar que ocupa el trabajo en nuestra vida y nuestra forma de trabajar. ¡Qué buen momento para llevar a María al trabajo y el trabajo a María!
La Virgen, madre, nos enseña a hacer familia en nuestro lugar de trabajo. Hacer familia en el trabajo es apoyar, alentar, ayudar, impulsar; es agradecer, elogiar lo digno de elogio, alabar el trabajo bien hecho, reconocer el esfuerzo; es ser fiel, justo, leal, velar por los tuyos; es confiar, descansar en el otro, es fomentar la unidad, es crear lazos, es comprometerse por entero con el otro y sonreír. Pero hacer familia en el trabajo es también exigir, renunciar, sacrificarse por los demás; es hacerle la vida más fácil a los que nos rodean, estar al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, hacerse pequeño y olvidar la gloria personal; es ser constructivo, sacar de la debilidad virtud, es reconocer el error y estar dispuesto a corregirlo; es decir la verdad con lealtad; es practicar la humildad y la obediencia, con una sonrisa.
No podemos ser mediocres; no podemos quedarnos en el mero cumplimiento del deber; recordemos la triste suerte de aquel que, por temor a perderlo, enterró el talento que le había sido confiado. Tenemos que atrevernos a poner el corazón, a cruzarnos en la vida de los que nos rodean, a comprometernos con todas y cada una de las personas que trabajan junto a nosotros. Es posible otro estilo de trabajo, inspirado en el Evangelio; sin solapados fariseísmos, ni falsos paternalismos; el amor de padre es el que exige, el que urge a la acción; el de madre acoge y cuida la vida. Esta forma de afrontar el trabajo no es flojera, ni ñoñería; hace falta ser recio, fuerte, espiritual y un magnífico profesional para tener la valentía de encararlo de esta manera. Aunque pueda sonar sensiblero, en el mes de las flores, tenemos que estar dispuestos a florecer y ofrecerle una flor a María en nuestra labor de cada día. No hacen falta grandes heroicidades, sólo cosas pequeñas y concretas hechas u ofrecidas por alguno de los que nos rodean. Para facilitar la tarea, nada como pedirle a la Virgen que nos ayude a hacer familia en el lugar de trabajo; que nos ayude a colocar el trabajo en su justo lugar, a ordenarlo, sin hacer de él un absoluto. Encomendarle a Ella que vele por nuestros jefes, compañeros y personas que nos han sido encomendadas, por cada una de las personas con las que vamos a tratar ese día, incluidos los que no nos quieren o impacientan.
Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque tu Hijo ha resucitado como había dicho. Ora pro nobis Deum, aleluya.
Carla Diez de Rivera