viernes, 1 de junio de 2007

El gigante despierta y también nuestra conciencia de misión

Meses atrás, cuando este gobierno se quitaba la máscara del buen talante y el diálogo, dije que el Sr. Rodríguez Zapatero iba a conseguir lo que nadie en mucho tiempo había conseguido en España: Sacar de su estado sesteante al gigante del catolicismo español. El 18 de junio en Madrid, lo hemos podido comprobar en la multitudinaria manifestación en defensa de la familia, del matrimonio entendido como la unión estable de hombre y mujer y en contra de la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Bien es verdad que, no sólo fuimos los católicos los que expresamos nuestro total desacuerdo con los proyectos de ley que se nos quieren imponer, sino que personas de otras confesiones se unieron a esta masiva protesta porque como decía el lema de la manifestación: “La Familia sí importa”. A todos nos importa protegerla, porque si ella se destruye y queda a merced de no sé que nuevos modelos inventados por algunos, las consecuencias para la sociedad serán catastróficas.

Es, pues un tema crucial por el que vale la pena luchar y, dado la sordera de nuestros gobernantes, por el que es necesario construir una unión entre todos los que pensamos de la misma manera para llevar a cabo una acción común para obligarles a escucharnos y consensuar las leyes en esta materia tan fundamental para el sano desarrollo de la vida de las personas y de las comunidades.

La experiencia de todos los que de alguna manera hemos podido participar en la organización de esta manifestación ha tenido este aspecto positivísimo y que ha dado un resultado espectacular: hemos aprendido a dejar de lado nuestro individualismo tan español y arrimar el hombro cada uno desde su sitio para una gran causa común.

Como schoenstattiana no he podido dejar de recordar nuestro tercer fin que nos viene de S. Vicente Palloti: La Confederación Apostólica Universal, es decir la unión de todas las fuerzas apostólicas de la Iglesia para afrontar el común desafío que significa la evangelización de las culturas de nuestro tiempo. Me parece haber vislumbrado en lo que acaba de ocurrir en España un atisbo de lo que el futuro nos reserva.

A Schoenstatt, y tenemos que estar absolutamente convencidos de ello, se le ha confiado desde nuestros santuarios, un papel principal en esta tarea de ser vínculo de unidad y ser alma de la Iglesia que peregrina unida a todos los hombres hacia el encuentro final con Cristo en la casa del Padre, ayudando a superar las rivalidades y particularismos que tanta fuerza apostólica nos han quitado a los cristianos a lo largo de la historia.

En el cuarto aniversario del Santuario de Serrano, bendijimos y colocamos en la Sala de Encuentro con el Padre Fundador, el cuadro de S. Vicente Pallotti. En nuestra mirada providencialista no existen las casualidades. Sin duda Dios y la Mater nos quieren regalar las gracias a través de su intercesión, para tomar conciencia de este tercer fin de nuestro Movimiento que siempre nos ha parecido un poco lejano e inalcanzable. Ahora tenemos sin duda la mejor ocasión para acercarnos a este gran santo, en tantas cosas precursor de Schoenstatt, e implorarle este espíritu de unidad y colaboración con los demás hermanos nuestros para llevar a cabo la misión de la Iglesia frente a las poderosas fuerzas descristianizadoras que están en marcha, no solo en España, sino en todo el Occidente cristiano. Como nos decían algunos de los que intervinieron en la manifestación del sábado, que nadie piense que hemos llegado a un final. La lucha no ha hecho mas que empezar y se necesita estar bien despierto.

Mercedes Soto