viernes, 1 de junio de 2007

"Amar a la Iglesia con el Padre Kentenich"
(Benedicto XVI)
Entrevista con el P. Ángel Strada, postulador de la causa de beatificación del Padre Kentenich

Amar a la Iglesia con el Padre Kentenich

Escuchar desde las ventanas del Vaticano la canonización del Padre José Kentenich es sin duda un anhelo secreto de todos los hijos de Schoenstatt. A pesar de que la cosa no es tan simple, hay grandes avances en el proceso del Padre José Kentenich, Fundador del Movimiento de Schoenstatt, cuyo cumpleaños 121 se celebra el 18 de noviembre: en su ciudad natal de Gymnich con una procesión desde su casa natal a la iglesia donde fue bautizado.

Padre, Profeta, Pionero... El P. Ángel Strada, de nacionalidad argentina, primer consejero de la Dirección General de Schoenstatt, postulador de las causas del Padre Kentenich y de Mario Hiriart, destaca que hay grandes avances en el proceso de canonización, y además cómo se manifiesta en profundidad el carisma y la personalidad del Padre en todo lo que se trabaja en el contexto del proceso.

¿Específicamente en qué etapa nos encontramos en estos días?
En estos momentos falta legalizar cada página que se ha investigado y el informe final de la comisión de Tréveris, para que se cierre el proceso en Alemania. De ahí pasa a Roma, donde la Congregación para los Santos puede objetar o validar el proceso. Primero lo revisan 8 teólogos y luego 8 cardenales y obispos. Una vez que esta congregación vaticana valide el proceso, quedamos a la espera de un milagro patente bajo la intercesión del P. Kentenich y luego de su beatificación, el otro milagro para la canonización.
Nuestro Fundador a fondo
¿Qué características nuevas ha podido detectar en el Padre Kentenich al conocer estos escritos no publicados de él?

Hay miles de cartas de él en las cuales se ven muchísimos aspectos de cómo acompaña espiritualmente a las personas. Los tipos de consejos que da, cómo corrige, cómo advierte, cómo consuela, cómo alienta. Por ejemplo, muchas veces él dice: "Sea un rayo del sol" para su comunidad, para su familia. O también es muy frecuente en él la invitación a la confianza, la confianza en Dios y la confianza en sí mismo. "Confíe en que Dios a usted le dio talentos para superar esto, confíe en sus experiencias positivas", y otra cosa que reitera muchísimo "actúe de acuerdo a su conciencia", sabiendo que muchas veces va a provocar conflicto con eso, pero "anímese a ser usted mismo". También aparece mucho la invitación a vincularse al Santuario, al diálogo con María. Y al final siempre dice "yo la acompaño, yo le acompaño", "yo pienso en usted", "rezo por usted", "la tengo presente", "cuente con mi oración". Son expresiones muy fuertes en compromiso personal. Así se puede explicar que haya tenido tanta influencia sobre las personas.

¿Se ha encontrado con sorpresas durante estas investigaciones?

En general el Padre mantuvo una línea de continuidad extraordinaria. Los retiros predicados a las Hermanas, a los matrimonios tienen una profundidad mayor que otros retiros. Nunca hemos sentido que haya un tema totalmente nuevo, yo diría que en general no. Lo que hay son escritos polémicos, miles de páginas sobre la relación suya con Vicente Palotti. Le escribe al General de los Palotinos, en un momento, una carta que si no me engaño tiene unas 1.100 páginas. El lo llama carta, pero es todo un tratado. Es notable cómo deja muy claro lo que proviene de su obra y lo que es propio de Palotti. Tiene un concepto muy particular de humildad. Yo creo que en gran parte porque siente: "yo no puedo guardar, no puedo callar lo que María ha obrado en mí". Entonces va a decir: "este elemento proviene de mí, no proviene de Palotti". El Padre tiene una autoconciencia sumamente fuerte de lo que María actúa a través de él. Y aquí se descubre un rasgo psicológico; una vez que está convencido de algo, no lo mueve nadie. Cuando él está seguro, está seguro. El Padre Kentenich era de una firmeza enorme, en ese sentido no conocía el talento diplomático. El Padre no negociaba. Este rasgo de su carácter explica la problemática de Milwaukee. El preveía que adoptando una actitud rígida frente a Roma le mandarían un nuevo decreto, restringiéndole más aun la libertad. Sin embargo, lo hacía y llegaba el nuevo decreto. Y respondía "voy a cumplir estrictamente con las normas que usted me está imponiendo, pero no estoy de acuerdo con su fundamentación". El obedece; sin embargo, ese concepto de obediencia exige mucha madurez al superior y al súbdito. A veces es muy desafiante la actitud del Padre, él mismo explica en sus cartas: "yo combino obediencia y acatamiento con franqueza, con libertad interior y con atrevimiento". Así me explico muchas cosas de las que pasaron… en esto sí que me he llevado muchas sorpresas.

¿Por qué al Padre le costaba tanto negociar?

El Padre Fundador estaba muy conciente de que él tenía una misión y que Dios le pedía determinadas cosas. Para una persona que no tiene esa conciencia y que no adhería al Padre, muchas veces no le era fácil. Y eso se nota muy particularmente cuando el Padre vuelve de Dachau: él vuelve con otra actitud, con una actitud interior diferente. Hasta Dachau el Padre Fundador había evitado hablar de sí mismo, había evitado que se hablara de él, que lo fotografiaran, no había contado casi nada de su historia personal. Pero después de Dachau vuelve totalmente convencido de que Schoenstatt es obra de Dios. Su liberación es eso, es una confirmación muy fuerte. Vuelve además convencido de que Schoenstatt tiene que dar un salto, tiene que salir, tiene que jugarse en la Iglesia, en el mundo. Se impresiona de que Schoenstatt ya es una obra internacional. Ahí es cuando decide darle un centro personal que asegure la unidad de esta Familia en constante crecimiento en todo el mundo. "Y la única persona que puede hacer eso soy yo", asegura. Está convencido de que la voluntad de Dios es esa. Entonces permite que lo fotografíen, empieza a hablar de sí mismo, comienza a insistir en la vinculación a él y esto descoloca totalmente a los palotinos. Tanto que algunos dicen que el Padre volvió muy cambiado de Dachau, volvió anormal y esto lo transmiten también a los obispos. El asume que es el precio que tiene que pagar por algo que él considera que es voluntad de Dios y piensa que es lo que necesita la obra. Esto molesta muchísimo a una buena parte de los obispos alemanes y provoca todo el tema del 31 de mayo.

¿Hay algún episodio que a usted le haya resultado difícil de entender?

Hay una historia muy dolorosa. Hay grandes padres palotinos que fueron dirigidos espiritualmente por el Padre Kentenich. Por ejemplo, un padre que un tiempo fue Superior General y que después fue Vicegeneral, en un momento le dice "ya no lo puedo seguir más". Es un intercambio epistolar que a mí personalmente me costó mucho, por el drama humano que hay ahí. Estando en Roma, le escribe una carta al Padre Kentenich y le comenta que va a viajar a Schoenstatt, éste le responde: "vaya al Santuario, lléveme también a mí, agradézcale a la Mater por el largo tramo de camino que hemos hecho juntos, y ahora que nuestros caminos se separan, pídale a María que lo bendiga a usted y que me bendiga a mí". Es una carta de despedida.
El modelo del santo
¿Cómo hacía el Padre para comprender, a la luz de Dios, esas cosas tan dolorosas en este camino que iba en contra de lo convencional?

Hay veces en que el Padre dice "tengo luz para el paso siguiente, pero no veo el camino". Hay que tener cuidado de creer que el Padre, por haber desarrollado tanto este camino de la fe práctica en el Divina Providencia, recibía todos los días un llamado de Dios diciéndole lo que tenía que hacer ese día. El Padre tiene muchos momentos de oscuridad, y dice claramente: "tengo luz solamente para el paso siguiente".

P. Ángel, viendo la claridad que tenía el Padre Kentenich sobre sí mismo, sobre su misión y todas esas cualidades personales para vincularse con los demás, ¿en qué medida el modelo del santo es aplicable a personas normales, sin una misión de fundación, sin ese equilibrio psicológico tan profundo que tenía el Padre?

Mucho depende de cómo se plantea la imitación del santo. No se trata de imitarlo literalmente, sino de recorrer el camino que él recorrió, de acuerdo a la originalidad propia, con los pocos o los muchos talentos que yo tengo en mi estructura. Puedo aprovechar la experiencia que él hizo con su originalidad y su estructura. Además él vive en un entorno cultural y en un momento muy diferente. Debo tratar de apropiarme originalmente de los valores que lo animaron a él, pero en mi realidad.
Tenemos que mantener una visión realista del Padre Kentenich, porque obviamente no nació santo. El hizo un camino largo y muy difícil y hay que mirar al Padre como modelo, pero no solamente al final de su vida. A veces el mismo Padre Kentenich decía "yo en esto no soy ejemplo para ustedes". Entonces, tomando la vida del Padre, hacemos nuestro propio camino asumiendo los valores que lo motivaron. Eso sí que hemos de tomarnos de su mano, afirmándonos en él, pidiéndole su apoyo.

Bueno, ¿y cómo aplicamos en la vida práctica estos muchos "amigos canonizables" que tenemos en la Familia de Schoenstatt como modelos a imitar?

Creo que hay que agradecer la riqueza de santos que tenemos, porque son signos de la acción de Dios en la historia de la Familia. Una familia religiosa que no tiene santos, le faltan títulos, le falta riqueza. Además, el Padre considera que el Santuario es cuna de santidad: "si usted no puede demostrar que desde esta cuna han nacido santos, de qué santuario me habla". Es una riqueza que hay que saberla invertir. Fíjese qué lindo que Dios nos va regalando una pluralidad de santos que cubren distintas etapas, distintos sexos, distintas misiones, estados, etc. Y respondiendo al ¿cómo imito yo?, puede haber ciertas estaciones, y me puedo orientar mucho más por el ejemplo de la Hermana Emilie, que me dirá cómo llegar al Padre Fundador y este me dirá cómo llegar a Jesucristo. Si la vida del fundador, que es un sacerdote alemán, nos parece una realidad muy lejana, tenemos a Mario, un laico chileno, que caminó en las calles que yo camino, que es una historia mucho más cercana y me facilita el camino. Pero en definitiva estos santos de la Familia son luces, y no son para que queden debajo de la mesa, sino que hay que prenderlas para que iluminen.

¿Y qué pasa con el milagro?

El Padre fue muy respetuoso de las normas de la Iglesia. El sabe que para ser beatificado, tiene que hacer un milagro. Yo en ese tema y justamente por esa fe, estoy muy tranquilo. Mientras tanto trabajemos lo mejor que podamos en lo que hay que hacer. En este momento es terminar toda la parte del proceso de virtud. Para eso les pido rezar por el P. Jorge, de la diócesis de Tréveris, que es el que debe firmar el informe final. En cierta forma él representa a todas las personas que están trabajando para culminar la etapa en la diócesis de Tréveris y es quien tiene el poder para terminar esta etapa en la que estamos.

Así, rezando por el P. Jorge en Tréveris y sin dejar de pedir la intercesión de nuestro Padre Fundador en cualquier pequeño milagrito de la vida diaria, iremos amando a la Iglesia y a todo lo que tanto amó el Padre Kentenich durante su vida. Nos iremos asemejando a él sobre todo en su peculiar forma de vincularse con las personas y nos estaremos acercando sin duda a aquel día en que el Santo Padre nos regale un nuevo santo para nuestra Familia. Porque además de todos los avances, hay también un beneplácito de parte de Su Santidad Benedicto XVI, quien prologó una novena sobre el Padre Kentenich con las palabras con que hemos titulado esta entrevista.
Para hacerse una idea:
26.000 documentos no editados
9.500 cartas del Padre
8.000 páginas es lo que escribió en Milwaukee
350.000 páginas (mil libros de 300 páginas)
Fama de santidad en 85 países del mundo
Testificaron 150 personas
El registro de las fichas de cada documento tiene 4.800 páginas
Entrevista hecha por Paula Christensen, publicada en la revista Vínculo, Chile.